jueves, 1 de octubre de 2009

La Saga Crepúsculo pertenece a Stephenie Meyer. “Only Human” pertenece a Amethyst Jackson. Tatarata se adjudica la traducción.



Sólo Humano

Capítulo 12

Seguí las direcciones que había obtenido de la madre de Edward hacia la dirección que Carlisle me había dado. Después de pasar la noche anterior despierta, pensando en todos los posibles resultados de seguir una relación con este Edward, y luego pensando en todas las posibles consecuencias en el futuro del que yo había venido, me di cuenta que todo eso me estaba ahogando. Necesitaba una voz de la razón, una persona lógica y sensible con quien hablar a través de esto. Y afortunadamente, la única persona que conocía mi situación era justo eso.

Carlisle tenía una clásica casa adosada cerca al hospital. Le sonreí al ordenado enladrillado y al elegante jardín. Esme lo hubiera amado.

La puerta se abrió antes que pudiera levantar mi mano para tocar, y Carlisle me recibió con una sonrisa.

“Pude escucharte viniendo por el camino,” explicó. “Pasa.”

“Gracias,” murmuré, pasando a su lado para entrar. La puerta se cerró suavemente tras él.

Me hizo un gesto hacia una puerta a la derecha. “La sala está por acá.”

El cuarto era iluminado y espacioso, justo como su casa en Forks, pero los muebles eran mucho más escasos. Había un sofá azul que se veía cómodo, perfecto para el salón, y una extensa mesita de centro que tenía libros regados a través de ella. Una pared poseía una gran chimenea, otra tenía amplias ventanas.

“Esta es una casa encantadora,” comenté, sentándome al final del sofá.

“Gracias,” respondió, tomando el otro extremo, mirándome a la cara. “¿Qué es lo que te trae hasta aquí, Bella?”

Con nerviosismo, alisé mi blusa. “Las cosas se están poniendo… serias, con Edward. Creo. Anoche estaba lanzando indirectas sobre matrimonio. Y, bueno, eso en sí no es algo malo, pero... estoy preocupada. Es decir, todo esto está pasando tan rápido y yo ya estoy en el pasado de Edward donde se supone que no debería estar - ¿Y si de verdad estropeo las cosas y él nunca se enferma y nunca se convierte en vampiro? Porque entonces yo nunca lo conocería y no pediría el deseo que me mandó aquí, y entonces nada de esto pasaría en primer lugar y – estoy confundida.”

Carlisle había escuchado pacientemente mientras yo hablaba sin decir nada coherente y ahora sonrió. “Definitivamente estas metida en algo de dilema, ¿verdad? Desearía tener algunas respuestas definitivas para ti – sin embargo, como puedes imaginar, tu situación es bastante inaudita. Pero he estado pensando sobre ello, y tengo una teoría que podría ayudarte.”

Le agarré la cuerda a eso como a un bote salvavidas en el Titanic. “Cualquier cosa es mejor de lo que yo he pensado.”

Sonriendo ampliamente, Carlisle asintió. “A mi me parece que tu no puedes hacer nada físicamente que haría imposible para ti el estar aquí. Como dijiste, si cambias algo aquí, eso cambia tu futuro de manera drástica, te impide venir aquí – Anulando así todo. Y si todo está anulado, ¿a qué regresas? ¿Se vuelve todo a ceros así de simple? Eso no me parece posible a mí.”

Fruncí el ceño. “Eso tiene sentido, pero… ¿qué pasa entonces? Si trato de hacer algo que cambiaría demasiado, ¿sencillamente alguna fuerza invisible me detiene…?”

Aunque parezca mentira, Carlisle se encogió de hombros – nunca lo había visto hacer tal indecoroso gesto-. “Tal vez significa que no importa lo que hagas, las cosas van a salir de la forma en que se supone deben.”

Asentí lentamente. “Espero que estés en lo correcto… tienes que estar en lo correcto, porque no puedo… no puedo estar atascada aquí. No puedo vivir mi vida entera aquí, no importa cuanto ame al Edward de esta época, porque tengo que regresar a mi Edward… Tuve una oportunidad de una eternidad con él, y lo extraño tanto, eso me mata…”

Estaba apenada por sentir lágrimas sobre mi rostro y las limpié de golpe rápidamente.

Carlisle me sorprendió al poner una mano sobre mi hombro. “Ten fe, Bella. Claramente tu amor es extraordinario -no hubieras llegado así de lejos sólo para perder ahora.”

“Tienes razón,” murmuré, frotando mi cara para regresarle alguna apariencia de normalidad. “Es que es realmente duro no estar aterrada justo ahora.”

“Lo se,” dijo Carlisle con comprensión. “No puedo decir como reaccionaría yo al estar -¿cuántos años en el pasado es esto para ti, Bella?”

Mordí mi labio. “Casi noventa años,” admití.

Carlisle de veras parecía esforzarse con esa confesión, mirando un poquito con la boca abierta. “Si, bueno. Muy difícil para ti, entonces.”

Bufé. “Tu podrías decir eso.”

“¿Hay algo más que pueda hacer para ayudar?”

“No,” sacudí mi cabeza. “A menos que puedas seguirme y avisarme siempre que diga o haga algo incorrecto. Siempre me estoy enredando.”

Carlisle aprovechó ese momento para mirar fuera de la ventana. “El sol se está poniendo,” comentó. “Tendré que entrar al hospital pronto. ¿Llegarás a casa de manera segura por tu cuenta?”

“No es lejos,” lo tranquilicé. “Estoy segura que Edward estará esperando impacientemente. No estaba contento cuando no lo dejé venir conmigo en esta visita.”

Carlisle sonrió. “Asustado de tener competencia, estoy seguro. Mejor que vayas a tranquilizarlo.”

“Claro,” rodé mis ojos. “No querría que estuviera inseguro por una vez.”

Carlisle me guió hasta la puerta, aunque aún había mucha luz para que me acompañara. Yo no estaba particularmente preocupada. Si bien era bastante conciente que Chicago era un lugar peligroso, aún en 1918, los peligros humanos se veían míseros cuando los comparaba a los peligros supernaturales a los que había estado expuesta.

El camino a casa fue realmente bastante placentero, viendo el sol caer detrás de las casas mientras los hombres, mujeres y niños se apuraban a casa por la noche. Llegué hasta la esquina de la calle –mi calle ahora, supuse- sin incidente alguno.

Desafortunadamente, no lograría llegar por completo a casa sin incidente.

“¡Bella!” La voz era jovial, pero aún así envió escalofríos bajo mi columna. Miré al otro lado de la calle para ver a Norman Bouchard, sonriendo como si fuéramos viejos amigos. Mi cara hizo automáticamente una mueca entes que la contuviera.

“Hola, Sr. Bouchard,” dije, pero no paré de caminar. Había visto la mirada en sus ojos en otros hombres antes, y no me gustaba ni un poquito.

Norman corrió a través de la calle, de mal humor, y me alcanzó fácilmente. Me encogí al escuchar su respiración cerca de mi oído.

“¿Por qué tan formal, Bella?” pregunto mientras recuperaba el aliento. “¿Acaso no somos amigos?”

“Apenas somos conocidos,” dije con los dientes apretados, caminando más rápido. Ahora estaba a dos casas de distancia. Si sólo pudiera llegar así de lejos… seguramente no intentaría nada frente a la casa… “Y considerando su reputación, no estoy segura de si quiera querer ser eso.”

De repente fui tirada hacia atrás como su brazo atrapó el mío. “No seas así, Bella. De seguro no has estado escuchando a los chismosos hablar. No soy tan desagradable como me hacen ver.”

Miré a ambos lado de la calle, esperando ver a alguien que pudiera ayudarme o al menos asustarlo para que se fuera. “Los relatos que su ex-compañero tiene por contar son difícilmente chisme. Déjeme ir, por favor.”

Norman se rió levemente, sus ojos grises brillando. “Oh, Edward. ¿Qué ha estado diciendo él, con sus altos estándares morales? ¿Que soy un despreciable libertino que se aprovecha de jóvenes damas?” Chistó con su lengua de forma condescendiente. “Lo que Edward no entiende es que yo se como tratar a una dama.” Se inclinaba más cerca conforme seguía, “se como hacerla feliz, mantenerla… satisfecha. Eso es algo que dudo el querido Edward entienda alguna vez.”

El muchacho estaba lo bastante distraído, echándose flores así mismo, que fui capaz de arrebatar mi brazo en ese momento y salir bajo la calle. La inercia lo hizo trastabillar hacia delante antes que pudiera seguirme.

“¡Bella!” gritó tras de mí, sus pasos fuertes sobre la acera mientras seguía. “No te enojes. Sólo quiero darte lo que una hermosa mujer como tú merece.”

Bufé. A sólo pasos de distancia ahora. “Se lo que piensas que merezco, y créeme, ¡no lo quiero!” Lancé sobre mi hombro antes de abrir de volada la reja frente a la casa de los Masen. La cerré de golpe igual de rápido y me apuré hacia el porche… donde Edward estaba parado esperándome.

Aliviada, me lancé dentro de sus brazos. No es que no pudiera lidiar con que se me insinuaran; era sólo… ser objeto de insinuaciones en 1918. Cosas como esa se pone que no debían pasar… en la calle en esta época y a la hora que fueron, probablemente no era un buen signo.

“¡Bella!” Todavía estaba llamando Norman tras de mí, apurándose hacia la reja.

Edward apretó su brazo alrededor de mi cintura, y me di cuenta que sus ojos estaban furiosos –bastante parecido a como lo habían estado aquella noche en Port Angeles, la noche que salvó mi vida y me di cuenta que estaba enamorada de él.

“¿Estás bien?” preguntó en voz baja, sus ojos enfocándose atentamente sobre mí. Yo asentí, muda.

“¡Edward!” Llamó Norman en voz alta desde la reja. Me giré lo suficiente para ver la sonrisa de oreja a oreja en su rostro. “Bella y yo estábamos simplemente discutiendo la mejor forma de satisfacer a una mujer. Será mejor que cuides de sus necesidades, no sea que vaya a buscar satisfacción a otra parte.”

“Escuché el final de su conversación,” gruño Edward. “Y es una que no volverás a tener de nuevo.”

Norman simplemente se rió mientras se daba la vuelta para alejarse. “¡Eso lo veremos!”

Varios momentos de tenso silencio siguieron su partida. Edward nunca relajó su apretón sobre mí, y yo no soñé en pedirle que lo hiciera.

“Estaba a punto de ir a buscarte,” dijo finalmente. Estaba aliviada al ver sus hombros relajarse. “Se estaba oscureciendo… estaba preocupado. Por una buena razón, evidentemente.”

Sonreí un poco, mucho menos asustada ahora que estaba con él. “No creo que tuvieras que preocuparte realmente. Norman es un dolor, pero no creo que se pasara demasiado lejos de la línea.”

Edward frunció el ceño profundamente. “No lo conoces. Él es absolutamente incesante –nunca se detiene hasta que obtiene lo que quiere. El reto simplemente lo hace más divertido para él.”

Eso me recordó a una clase de criatura mucho peor, otra que amaba un reto. “He tenido peores, Edward. No te preocupes.”

“Como si pudiera dejar de preocuparme por ti,” rodó sus ojos. “Ambos sabemos la clase de problemas que puedes levantarte bajo circunstancias normales. Sólo puedo imaginar que pasa cuando alguien está determinado a causar el problema para ti.”

“Me las arreglo bastante bien,” me enfurruñe, alejándome de él. “En serio, Edward, no quiero que te agobies por esto.”

Edward me metió a empujones a la casa. “Yo no me agobio,” agregó a la defensiva. Su madre, quien estaba pasando justamente por el pasillo, sonrió.

“Por supuesto que lo haces, querido. Ahora deja que Bella se refresque antes de la cena.”

Edward le lanzó una mirada rayada a su mamá mientras yo escapaba por las escaleras, riendo. Una vez fuera de vista, dejé mi sonrisa caer. ¿Qué iba a hacer con Norman Bouchard?

Tiempo presente

La visión de la cara de Bella manchada con lágrimas en el recuerdo de Carlisle, me hizo tanto sentir dolor como me llenó de gozo. Odiaba cualquier cosa que le causara tristeza, cualquier cosa que le causara dolor… pero ahora sabía. Había visto sus lágrimas, escuchado el anhelo en su voz.

Espero que estés en lo correcto… tienes que estar en lo correcto, porque no puedo… no puedo estar atascada aquí. No puedo vivir mi vida entera aquí, no importa cuanto ame al Edward de esta época, porque tengo que regresar a mi Edward… Tuve una oportunidad de una eternidad con él, y lo extraño tanto, eso me mata…”

Ella aún me amaba; me extrañaba de la forma que yo la extrañaba. Eso era todo lo que necesitaba escuchar. Aún así, no sería fácil verla bailar a través del pasado, preguntándome si alguna vez podría regresar a mí… pero saber que quería regresar, hacía la espera posible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario