lunes, 14 de septiembre de 2009

Solo Humano 6

Esta historia la ha creado amethist jackson y traducida x tatarata

Capítulo 6

Subí a la cama temprano y apagué las luces, esperando que eso hiciera creer a todos que ya estaba dormida. Parecieron años antes que la Sra. Masen finalmente subiera las escaleras para ir a la cama. Su esposo y su hijo habían pasado por la puerta de mi habitación hacía casi una hora, pero ella parecía tener reservas sin fin de energía.

Por fin, la luz del corredor se apagó y escuché una puerta cerrarse bajando por este. Esperé, impaciente, otra media hora para asegurarme que estuviera dormida. Luego, me moví tan rápido y sigilosamente como me fue posible bajando las escaleras.

Me detuve en el recibidor, escuchando por si había algunos pasos que me estuvieran siguiendo. Mis ojos fueron a parar sobre la mesa, donde reposaba el periódico de hoy, desechado. Lo alcancé, curiosa por ver la fecha. Aún no tenía idea de en cuando, exactamente, estaba.

Julio 19, 1918. Tragué saliva y le eché una ojeada a las historias. Noticias sobre la guerra. Por el tono del artículo, parecía que la guerra estaba girando a nuestro favor por ahora. El zar Nicolás II había sido asesinado hacía días. Sacudí mi cabeza, maravillándome por lo que estaba viendo. ¿Cómo podía estar viviendo en esta época?

“¿Qué estás haciendo despierta?” Preguntó una suave voz, asustándome y haciéndome soltar el periódico. Me di la vuelta y encontré los desconfiados ojos de Edward.

“No podía dormir,” mentí. Él sonrió burlonamente.

“Fui a tu cuarto. Tu cama está hecha, y aún estas vestida. No parece ni que hayas tratado de dormir.”

“Hice la cama y me puse mis ropas cuando me volví a levantar,” traté, pero él me rodó sus ojos.

“Dime la verdad, Bella. ¿A dónde vas?”

“El hospital,” suspiré, derrotada.

Él dio un paso más cerca, haciendo que mi corazón latiera nerviosamente. “¿Por qué?” demandó.

“Necesito hablar con alguien que trabaja allí.”

Sus ojos recorrieron mi cara de forma crítica. “¿Estás enferma, Isabella?”

Sacudí mi cabeza. “No, por supuesto que no. Sucede que la persona con la que necesito hablar es un doctor, pero eso no tiene nada que ver con mi razonamiento…”

Edward inclinó su cabeza, tomando otro paso hacia delante, atrapándome entre él y la pared. “¿Es él? ¿Jacob?”

Casi me reí. También le había dado razones para estar celoso de Jacob en esta época. Buena esa, Bella. “No, ni siquiera se donde está el ahora.” Era la verdad.

“¿Entonces a quién vas a ver?” Sus ojos me mantuvieron encerrada en el lugar.

“Un viejo amigo de la familia.” No importa que viejo se refiera más a su edad actual que a su estatus como un amigo de la familia… “Tal vez él sea capaz de ayudarme.”

La cara de Edward se relajó levemente, pero no se alejó. “No puedes ir sola, y especialmente no a esta hora. De todas formas, ¿por qué no vas de día?”

“No se donde vive,” dije honestamente, “pero se que trabaja las noches en el hospital. Esta es la única hora en la que puedo encontrarlo. Tengo que ir.”

Edward suspiró. “Al menos déjame ir contigo. Es peligroso.”

Fruncí el ceño. “Necesito hablar con él a solas, Edward.”

Él cruzó sus brazos, y me di cuenta que también estaba vestido todavía. ¿Había estado esperando a que me tratara de escabullir?

“Esperaré afuera entonces, pero voy contigo. No estés andando por las calles de Chicago por tu cuenta a esta hora.”

Lo miré con el ceño fruncido, reconociendo el terco sentido de caballerosidad que tan seguido me había fastidiado en mi Edward. No habría discusión con él, así que me rendí. “Bien,” dije. “Pero si tus padres se dan cuenta que nos hemos ido, tendrás que salir con una explicación para ellos.”

Edward levantó una ceja. “Si realmente vas a ir a visitar a un amigo de la familia, no veo porqué no podemos decirle la verdad.”

“Cierto,” mascullé, girándome hacia la puerta. Edward me siguió de cerca.

Él se la pasó cerca, a veces poniendo una mano en la parte baja de mi espalda mientras pasábamos por áreas más sospechosas. Dos veces, tuvo que corregirme mientras yo intentaba girar en la dirección equivocada, y me sonrojé cada vez. Había ido y había probado que después de todo necesitaba ayuda, lo cual sólo lo animó.

“¿Quién es este amigo tuyo?” preguntó, evidentemente aún sospechoso.

“Su nombre es Carlisle.” Tenía la esperaza que estuviera satisfecho con esa respuesta, pero por supuesto, no lo estaba.

“¿Cómo lo conoces?”

“Él fue el doctor en nuestro pueblo por un tiempo.” O al menos lo será. “No le gustó la vida del pequeño pueblo, así que se mudó de regreso a la ciudad.”

Edward frunció sus labios. “¿Y cómo supiste que estaba aquí?”

Parpadeé. “Um… bueno, se mantuvo en contacto con algunas personas en el pueblo. La palabra se riega, tu sabes.”

“Cierto,” masculló. “¿Y qué te asegura que está en este hospital?” Ahora estábamos parados justo fuera del edificio.

“Estoy adivinando,” admití. Suponiendo que estará en el hospital más cercano a ti.

“Espero que hayas adivinado correctamente,” dijo Edward, siguiéndome a través de las puertas dobles.

Fui sorprendida por el interior del hospital. No era para nada como un hospital moderno –no pasillos flanqueados con cuartos, no área de espera, no olor de químicos. Olía peor, como a descomposición. Me enfoqué en respirar a través de mi boca mientras buscaba a alguien que pudiera ayudarme.

Divisé una enfermera al otro lado del cuarto y me moví rápidamente hacia ella. Edward me siguió en silencio. Debí haberle pedido que esperara en la entrada, pero quería su reconfortante presencia.

“Discúlpeme,” dije antes que ella pudiera escaparse. “Estoy buscando al Dr. Cullen, ¿está él aquí?”

Ella me miró sospechosamente, entonces lanzó una mirada a Edward, quién se cernía tras de mí. “Arriba,” dijo enérgicamente, apuntando hacia la entrada tras ella.

Me giré hacia Edward. “Espera aquí. Por favor.”

Él asintió su consentimiento mientas yo entraba al bastante oscuro cuartito de la escalera y subía hacia el segundo piso. Carlisle era reconocible de inmediato. No había cambiado para nada, pero eso era de esperarse. Sin embargo, conforme se giraba, tomando notas, vi una diferencia. Este Carlisle se veía infeliz… solitario. Me di cuenta que, por ahora, él no tenía a nadie. Pero eso cambiaría pronto. O se suponía.

“Dr. Cullen,” dije, dudando sólo levemente mientras me acercaba. Él levantó la mirada, simplemente curioso, pero no sé por qué esperaba ver algún reconocimiento en sus ojos. “Mi nombre es Bella Swan, y necesito hablar con usted. En privado, si es posible.”

Si estaba confundido, no lo mostró. “Muy bien,” dijo. “Por aquí.”

Me guió a un cuarto fuera del área principal, poco más que un armario de almacenamiento. Carlisle encendió una lámpara y me di cuanta que era donde guardaban las medicinas.

“¿Cómo puedo ayudarte?” preguntó con voz de cuando está ante un enfermo en cama. Me tragué mis nervios y seguí adelante con toda.

“Se lo que eres,” declaré.

Su reacción fue una que conocía bien, una que había visto en la cara de Edward, en el hospital después que me salvó de la van de Tayler: escepticismo practicado.

“¿Qué soy?” repitió, doblando una ceja.

“Un vampiro,” dije, preparándome para recitar su historia tal como Edward la había contado. “Naciste a mediados de los 1600s en Londres. Tu padre era un predicador. Él te hacía tomar el mando de sus redadas cuando fuiste lo suficientemente grande, buscando demonios. Eras listo, de verdad encontraste un vampiro, pero era imposible que pudieras haber estado preparado para ello. Lideraste una redada, y el vampiro atacó. Te mordió. Sabías que estabas contaminado y que tu padre te destruiría si lo descubría. Te escondiste en un sótano durante tres días en agonizante dolor, hasta que tu transformación estuvo completa. ¿Debería seguir?”

“No hay necesidad,” dijo, curioso pero cauteloso. “¿Cómo sabes todo esto?”

“Se porque te conozco – no ahora, pero si noventa años en el futuro, donde estaba hasta más temprano hoy. De alguna forma, regresé en el tiempo… y eres la única persona de la que sabía en esta época que al menos podría comenzar a entender. Que al menos podría creerme.”

Vi a Carlisle respirar lentamente ante de recostarse contra el estante tras él.

“Bien. Empecemos con cómo me conoces, en el futuro.”

Con un suspiro de alivio, comencé a explicar. “En el futuro, tienes un aquelarre completo, una familia, de hecho. Cuatro que cambiaste y dos que te encontraron, todos comparten tu dieta. Al primero que cambias es Edward. Él morirá de la Gripa Española, la cual golpeará Chicago en algún momento de este año… no sé en qué mes, pero se que él todavía está vivo, y humano.

“¿La Gripe Española?” cuestionó, frunciendo la ceja.

“Oh… um… supongo que aún no es llamada así. Es una epidemia… una pandemia, supongo, de influenza que se va a regar alrededor del mundo. No estoy segura – no se mucho sobre ella – pero probablemente es la peor epidemia desde la peste bubónica….”

“Este Edward... ¿eres cercana a él? ¿Es así como me conoces?”

“Estoy casada con él,” dije, sintiendo el peso faltante en mi dedo. “Justo estábamos regresando de nuestra luna de miel cuando esto pasó. Él iba a cambiarme… ahora tal vez eso nunca pase.”

Carlisle verdaderamente mostró su sorpresa. “¿Te casaste con un vampiro?”

“Él tiene un control extraordinario,” dije, llena de orgullo por mi vampiro. “No lo cree, pero lo tiene. Ni una vez me ha lastimado... aún cuando mi sangre lo llama más que la de nadie más…”

Carlisle frunció el ceño. “¿Y tu regresaste a esta época…a Edward? ¿Como humano?”

“Si,” suspiré. “La última cosa que hice antes que pasara fue pedir un deseo –era mi cumpleaños, estaba soplando las velas sobre mi torta. Entonces abrí mis ojos, y estaba aquí.”

“¿Y tu deseo?”

“Darle a Edward todas las experiencias humanas que él me ha estado dando, asegurándome que yo hiciera todo lo posible antes que me cambiara… ¿crees que eso es? ¿Que de verdad deseé mi camino aquí? Porque se ve demasiado rebuscado…”

Carlisle se rió entre dientes. “¿Más poco rebuscado que vampiros?”

“Bueno, si es así como realmente llegué aquí… ¿cómo regreso?” pregunté, sabiendo que él no tendría una respuesta.

Carlisle frunció el ceño. “Podría tratar algunas cosas, supongo, ver si alguna funciona. Podrías tratar de pedir otro deseó. O tal vez completar el que ya hiciste. Y si eso no funciona… haces lo mejor que puedes.”

Tragué. “Estoy asustada. No conozco esta época –no se como actuar, no tengo ningún lugar a donde ir… la familia de Edward me ha alojado, ¿pero y si ellos me piden que me vaya?”

Carlisle puso una mano sobre mi hombro. “Si este es el mismo Edward del que te enamoraste, entonces debería tener fe que él no dejara que ningún daño venga a ti. Pero,” continuó, sacando su bloc y escribiendo algo, “aquí está mi dirección, si necesitas algo. No estás sola.”

Tomé el papel de él y sentí alivio por todos mis huesos. “Gracias, Carlisle.”

“De nada.” Sonrió cariñosamente. “¿De verdad tengo una familia en el futuro?”

Me sorprendió su pregunta. Carlisle se veía tan esperanzado, tan… joven. Era raro. “Si,” dije. “¿Te gustaría saber?”

Dudó. “Desesperadamente, si. Pero creo que sería mejor si no.”

Asentí. “Vale, bueno, Edward me está esperando. Probablemente debería irme, antes que se preocupe.”

“¿Él está aquí contigo?” Carlisle abrió la puerta y me hizo un gesto que saliera.

“Si,” suspiré. “Traté de escabullirme, pero me atrapó. No me dejaría salir sola. Demasiado caballeroso para su propio bien.”

Carlisle simplemente sonrió. “Sueno como si se preocupara por ti.”

“¿Te gustaría conocerlo?”

“Tal vez en otra ocasión, cuando sepa lo que le has contado sobre mí. No querría arruinar tu historia.”

Asentí. “Vale, entonces. Gracias, por todo.”

Él cabeceó y sonrió. “Fue maravilloso conocerte, Bella.”

Dejé a Carlisle en el segundo piso para buscar a Edward. Lo encontré cerca de la puerta principal, con sus brazos cruzados, culequeando como cualquier niño de colegio. Era tal el contraste con el Edward que yo conocía, quien se hubiera estado complemente quieto, de modo poco natural...

“Gracias por esperar,” dije, atrapando su atención.

Él asintió de acuerdo. “¿Pudo ayudar?”

“Si,” dije, liderando la salida del hospital. Estaba lista con mi historia. “Va a ayudarme a buscar alguna clase de empleo y un lugar para quedarme.”

“No necesitas un lugar para quedarte,” dijo Edward, caminando cerca de mí como si esperara que atacantes salieran de la nada en cualquier momento. Típico de Edward. Si sólo conociera las clases de peligros que había enfrentado…

“Pero no me puedo quedar con tu familia para siempre,” discutí. “No me quiero imponer sobre su amabilidad.”

Edward sacudió su cabeza. “Nosotros queremos que te quedes.”

Tragué. “Pero a penas me conoces.”

Edward se encogió de hombros, cabeza abajo. Se veía tan… tímido. “Siento como si te hubiera conocido siempre.”

“Me siento igual,” admití. No me estaba refiriendo simplemente al futuro, sino al día que pasé con él también. Este era Edward, un poco diferente pero esencialmente el mismo, y lentamente me estaba dando cuenta que no podía evitar amarlo. “Pero todo esto me asusta un poco…”

Edward tomó mi mano en la cálida suya. “No quiero que estés asustada.”

Mi corazón anheló otro momento, un prado iluminado por el sol y unos afligidos ojos dorados… Le di un apretón a su mano. “Trataré de no estarlo.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario