domingo, 20 de septiembre de 2009

Solo Humano 7

“Only Human” pertenece a Amethyst Jackson. La traducción pertenece a Tatarata


Sólo Humano

Capítulo 7

Estaba preparado para el momento en que carlisle ganó nuevos recuerdos, ya curioso por recordarme a mi mismo preguntándole a Bella sobre su visita.

…“Estoy casada con él,” le dijo a Carlisle. Se veía tan pérdida. “Justo estábamos regresando de nuestra luna de miel cuando esto pasó. Él iba a cambiarme… ahora tal vez eso nunca pase.”

La respuesta de Carlisle fue casi cómica. “¿Te casaste con un vampiro?”

Él tiene un control extraordinario,” dijo. Sus ojos brillaron en la oscura luz. “No lo cree, pero lo tiene. Ni una vez me ha lastimado... aún cuando mi sangre lo llama más que la de nadie…”

Suspiré. Ni siquiera se había ido una hora –lo cual no entendía para nada, porque ella había estado en mi época por casi doce- pero la extrañaba terriblemente. Quizás el sentimiento empeoró por no saber –no saber si alguna vez regresaría, si tendría que verla a través de mis recuerdos hasta… hasta que ella muriera o mi yo humano lo hiciera, supuse. ¿Cómo podría soportar eso?

¿Y tu deseo?” Le preguntó Carlisle a Bella, quién mordió su labio inferior como hacía cuando estaba preocupada.

Darle a Edward todas las experiencias humanas que él me ha estado dando, asegurándome que yo hiciera todo lo posible antes que me cambiara… ¿crees que eso es? ¿Que de verdad deseé mi camino aquí? Porque se ve demasiado rebuscado…”

Así que eso era. Tan simple, y aún así con tan grandes consecuencias. Era tan tonta. Como si yo necesitara algo que no fuera ella… pero supongo que no nos vería como desiguales sino hasta que fuera uno de nosotros… si es que alguna vez se convertía en una de nosotros.

“¿Escuchaste todo eso, Edward?” Preguntó Carlisle.

“La mayoría,” suspiré. “¿Realmente crees que ella puede regresar a esta época?”

“Creo que regresará, una vez el deseo se realice. Tendrás que ser paciente. Trata de disfrutarlo – eso es lo que ella pretendía.”

“Gracias, Carlisle,” murmuré, dejándome llevar por los recuerdos.

Siento como si te hubiera conocido siempre.”

Me siento igual,” me dijo ella. “Pero todo esto me asusta un poco…”

Su mano era suave en la mía. “No quiero que estés asustada.”

Mi yo pasado no notó nada que no encajara, pero yo reconocí la tristeza en sus ojos cuando dijo esas palabras. Me pregunté si ella recordaba cómo respondió… ya que había estado tan asustada porque había querido quedarse conmigo, pero ninguno de nosotros creía que podría.

Por favor regresa a mí, Bella

Durante los siguientes días fui a buscar trabajo. Si estaba atrapada en esta época, era importante que pudiera mantenerme por mi cuenta. Y si no lo estaba, aún necesitaba aparentar que era capaz.

Edward trató de disuadirme, pero eventualmente se resolvió por acompañarme, para asegurarse que no terminara en “alguna fábrica.” Sospeché que sólo quería una excusa para pasar tiempo conmigo, pero de todas maneras discutí.

“¿Y qué está mal con las fábricas? Muchas personas respetables trabajan en ellas.”

Edward rodó sus ojos. “No estoy siendo elitista, Bella. El trabajo de fábrica es extenuante y peligroso, y estarás atascada trabajando desde el amanecer hasta el atardecer. No quiero eso para ti, y tengo un presentimiento que no quieres eso tampoco.”

“Bueno, no específicamente, no.” Respondí, apaciguándolo – se veía listo para arrastrarme de regreso a casa si era necesario para evitar que trabajara en una fábrica. “Pero quiero hacer algo. Odio no ser capaz de mantenerme por mi cuenta.”

“Sabes, cualquier chica cuerda estaría cazando esposo en vez de buscando trabajo,” comentó Edward, mirándome con recelo.

Resoplé, mucho menos propio de una dama. “¿Cuáles crees que son mis chances? ¿Quién me aceptaría?”

“Yo lo haría,” dijo Edward, manteniéndose confidente pero incapaz de esconder la traicionera indecisión en sus ojos.

“¿OH? ¿Es eso una propuesta?” repliqué, esperando que se retractara.

“Si,” dijo, sonriendo. Giré mis ojos. Debía haber sabido mejor.

“Gee, gracias,” dije, acelerando mi paso un poco. Sentía la misma frustración que sentí cuando conocí por primera vez a Edward, antes de saber lo que era y tenía que preguntarme constantemente que rayos estaba pensando.

“¿Es eso una aceptación?” Preguntó Edward, manteniendo el paso conmigo, sus ojos llenos de malicia.

“Si, seguro,” me reí, sacudiendo mi cabeza.

Él sonrió de nuevo. “Te haré cumplir eso.”

“No me sorprendería,” mascullé bajo mi respiración.

Resultó que buscar trabajo era mucho, mucho más difícil en 1918. Básicamente, mis opciones eran coser, cocina y limpiar. Aunque había dicho que trabajé con una costurera, realmente no podía coser más que un botón, así que eso no funcionaría. Le dije a Edward que estaba cansada de coser para vivir, de modo que pasar por alto esos trabajos no pareciera sospechoso. Traté de aplicar para unos pocos trabajos cocinando, pero todos me dijeron que yo era “demasiado joven” o estaba “sobrecualificada.” Edward tuvo que explicármelo.

“Supongo que este no es el caso en Washington, pero muchos empleadores tratan de llenar los puesto como esos con negros. Les pueden pagar menos.”

Fue difícil esconder mi horror. “¡Pero eso no está bien!”

“No,” Edward acordó, “no lo está. Pero, desafortunadamente, esa es la forma en la que es.”

Fue raro darme cuenta que esta viviendo en una época antes del Acta de los Derechos Civiles, antes del salario mínimo, incluso antes de los derechos laborales… ¿qué rayos estaba haciendo yo aquí?

“¿Te puedo convencer de que cedas ahora?” Preguntó Edward al final del tercer día. Caminábamos de regreso a su casa, inundados por el sudor y la humedad después de caminar varias cuadras de la ciudad.

“Si, creo que probablemente puedes,” suspiré, quitando de mi cara mechones sueltos de cabello. Su madre me había mostrado como sujetarlo apropiadamente, para mi gran alivio, pero mi cabello estaba escapando continuamente para volverme loca.

“Gracias al cielo,” suspiró. “Está demasiado caliente para esto.”

“Te ofreciste para venir,” señalé.

Levantó una incrédula ceja. “Para evitar que te metieras en problemas. ¡Y cosa buena que lo hice! Tropezaste cuatro veces hoy, y si no te hubiera atrapado la última vez, te hubieras fracturado y abierto el cráneo.

Me sonrojé y cruce mis brazos a la defensiva. “Sólo soy un poco torpe, eso es todo.”

Edward estalló en carcajadas. “¿Olvidé mencionar la cortada con el papel? ¿Y la jarra de agua que regaste? ¿Y el auto que casi te atropella? ¡Eres como un imán para los problemas!”

Otra vez, las similitudes entre este Edward y el mío me asombraron. Parecía que sus mentes trabajaban en exactamente la misma forma, guiándose por su elección de las palabras. Y aún así, este Edward era tan despreocupado, sin trabas. Ya lo lloraba un poco, sabiendo del sufrimiento que soportaría si las cosas salían de la forma en que se supone debían salir.

“¿Qué pasa, Bella?” interrumpió mis pensamientos. “Te he perdido.”

“Sólo apenada por tener mi torpeza detallada de manera tan elocuente,” mentí. Su boca se tensó; sabía que estaba mintiendo. Corté cualquier pregunta adicional.

“¿Qué sobre ti? De seguro tienes defectos también.”

“Mi madre dice que siempre pienso demasiado,” sonrió.

No pude evitar mi sonrisa de respuesta. “Hmm, puedo ver eso. Pero no creo que sea algo malo.”

“¿No?” se inclinó más cerca, deteniéndome en mi camino. “¿Y si estuviera pensando sobre ti?”

Tragué, sintiendo el calor de su intensa mirada. “Eso… no sería malo tampoco.”

“¿En serio?” Su cara entera se iluminó con esperanza. “Porque soy serio, Bella. Nunca pensé que me encontraría con alguien cuya compañía disfrutara más que la mía, pero estos días pasados… entre más te conozco, más quiero estar cerca de ti.”

En ese momento me di cuenta, mientras él tomaba mi cara entre sus manos con indecisión, que este era un Edward con nada que lo estuviera reteniendo. Este Edward no tenía que luchar con sus deseos encontrados cada momento del día; el tenía todo en el mundo para ofrecer, y nada de qué protegerme. Esto era como nuestra relación pudo haber sido desde el principio, si sólo… pero tal vez sería así de nuevo, después que me cambiara… tal vez él sería este seguro y decidido Edward del que yo estaba tan enamorada ahora.

“Edward…” murmuré, insegura.

Y entonces sus labios cubrieron los míos.

Este Edward era cálido, y sus labios se sentían como satín. Su boca se movió de forma gentil, casta, contra mis labios antes que él retrocediera. Sus manos cayeron a los lados.

“Lo siento – y se que es un poco pronto para eso, pero es solo que -”

“Está bien,” interrumpí, agarrando su mano. “No me importa.”

Aquella sonrisa ladeada apareció y comenzamos a caminar otra vez mientras mi mente se barajaba entre mis confusos pensamientos. Todo esto se sentía bien, pero mal… bien, porque este era Edward –el alma de Edward, incluso si el cuerpo era un poco diferente… pero mal porque no era mi Edward. Mal porque mi secreto permanecía entre nosotros… porque no me podía quedar con este Edward. Sabía eso ahora. Tenía que encontrar mi camino de regreso, de alguna manera, porque necesitaba la eternidad. Nada más sería suficiente.

Y aún así, mi cuerpo llamaba a este, encantado con las posibilidades que siempre habían estado fuera de los límites antes. Quería sentir a Edward amarme sin restricciones.

“¿Bella?” su voz rompió entre mis pensamientos. “Hay un baile mañana. ¿Te gustaría ir conmigo?”

Hice una mueca. ¿Por qué ellos siempre querían que bailara? “Um, bueno, lo haría, Edward, pero no tengo nada para usar, y realmente no puedo bailar.”

“Vamos, todo está en el que guía. Y te encontraremos algo. ¿Por favor?”

¿Cómo podría resistir esos ojos?

“Está bien, pero no puedes dejar que nadie más baile conmigo. Soy propensa a hacerle a alguien heridas serias.”

Él se rió, sus ojos brillando. “Suena como un acuerdo para mí. Trato.”

Acostada en la cama esa noche, traté de mantener mi mente es esta época, sobre este Edward, pero pensamientos se distraían constantemente. Anhelaba el pesado brazo de Edward alrededor de mi cintura, su frío aliento sobre mi cuello. Quería poder darme la vuelta y acurrucarme en su pecho, sentir sus labios sobre mi cabello, besar sus fríos labios… quería sentir nuestros cuerpos desnudos presionados juntos y enrollar mis piernas alrededor de sus caderas…

Suspiré y me giré por enésima vez esa noche. ¿Qué estaba haciendo mi Edward ahora? ¿Sabía donde estaba yo? ¿Estaba entrando en pánico? Le rogué al Señor que no se rindiera hasta que me encontrara... que no tratara de nuevo lo que hizo después que salté de ese acantilado… no, de seguro no lo haría. Seguramente él esperaría a mi regreso.

Cerré mis ojos contra esos pensamientos. De alguna forma, todo esto funcionaría. Sólo que no me sentía muy segura sobre ello en el momento.

Quería ser consolada. Pensé en Edward, durmiendo bajo el pasillo… no creí que le importaría si iba a él; él entendería. Pero no quería que sus padres descubrieran y pensaran mal de mí…

Simplemente no tropieces en el pasillo, me dije mientras echaba atrás los cobertores. Salí con sigilo de mi cuarto, cerrando la puerta tras de mí tan silenciosamente como me fue posible. Tocar sería demasiado ruidoso, de modo que entré, escuchando el mínimo clic mientras la puerta se cerró tras de mí.

Él estaba profundo, con un brazo doblado alrededor de su almohada el otro bajo esta. Nunca lo había visto tan tranquilo. Incluso mi Edward, quien podría estar tan quieto como una estatua, nunca se había visto tan relajado.

Me acerqué vacilando, escuchando su suave respiración. Entonces estiré mi mano para tocar su hombro.

Él despertó casi de inmediato, mirándome miope y con sueño. “¿Bella? ¿Qué pasa?”

“Yo sólo- extraño mi casa,” le dije. Era la única forma que podía pensar en decirle la verdad sin revelarme.

“¿Qué puedo hacer?” preguntó, sentándose.

“¿Puedo simplemente quedarme contigo por un rato?” pregunté indecisa.

“Claro, ven aquí.” Él echó hacia atrás las sábanas para que me deslizara dentro de la cama. Lo hice, sumergiéndome dentro del confortante calor mientras él se acurrucaba contra mí. Sus brazos me sostuvieron fuerte, y no fue tan difícil dormir después de eso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario